domingo, 25 de diciembre de 2011

El Sueño del club cannábico vuela en América del Sur.


Por Pablo A. Ascolani,[1]



En España, donde no es delito consumir drogas de forma individual o colectiva, la donación con fines compasivos ni la compra mancomunada para autoconsumo, se produjo el emergente de los Clubes Sociales de Cannabis: personas adultas previamente consumidoras que se asocian para cultivar cannabis sin fines de lucro. Ésta se presenta como una normativización alternativa a la legalización abierta al estilo del tabaco y el alcohol o de los coffe shop holandeses, hoy son presionados a cerrar sus puertas a turistas, acercándose al concepto de club social. La producción colectiva evita los males de las mercancías del sistema capitalista donde la ganancia se polariza en los intermediarios, explotando a los trabajadores y generando mercancías adulteradas.



Antecedentes legales de los clubes de cultivo



Uno de los objetivos de las asociaciones cannábicas españolas era autoabastecerse legalmente. Los primeros intentos los realizó ARSEC –Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis- de Barcelona, que preguntó a la fiscalía antidroga sobre la realización de un cultivo colectivo. Ésta que respondió que en principio no sería un delito, aunque posteriormente incautaron el cultivo destinado a unas 100 personas. La audiencia provincial absolvió  a los responsables, pero la fiscalía recurrió al Tribunal supremo. Otras asociaciones siguieron su camino como Kalamundia de Bilbao, que realizó en 1997 una plantación de unas 600 plantas destinadas a 200 personas, entre las que había políticos en funciones,  artistas, sindicalistas, profesionales de la salud, etc. El  cultivo logró recogerse sin obstáculos legales.

Luego de que el tribunal supremo falle en contra de ARSEC dando una condena de prisión en suspenso y sanciones económicas a los directivos, la asociación Kalamundia se declaró en desobediencia. Repitió sus cultivos en 1999 y 2000 recogiendo con normalidad y sin oposición, de manera que le dieron un carácter estable a los cultivos.

El gobierno regional de Andalucía encargó un informe jurídico de la posible regulación de lugares de consumo y suministro de cannabis. Los autores Muñoz y Soto consignaron que deberían ser centros no abiertos, sino restringidos a fumadores habituales de hachís o marihuana. Se trataría de un consumo privado entre consumidores habituales en los que se podrá adquirir cantidades de consumo normal. El informe no se publicó oficialmente pero si en medios jurídicos, y si bien el dictamen técnico no era vinculante, diversas instituciones siguieron sus lineamientos. Las asociaciones regularizaron en sus estatutos el uso de cannabis de sus miembros y la posibilidad de crear espacios para el consumo y el cultivo social. El primero fue el Club de Catadores de Cannabis de Barcelona (CCCB), en 2001.

El tribunal supremo falló en 2001 y 2003 a favor del cultivo colectivo sin fines de lucro, contradiciendo su sentencia anterior contra ARSEC.

Luego de ello diversos fallos consideraron legales los cultivos de varios clubes cannábicos. Entre ellos uno de los mas resonantes fue el que involucró a Martín Barriuso y tres miembros mas de Pannagh fueron detenidos y el cannabis incautado. Esto generó debates en la Comisión Europea por lo contradictorio, y en un fallo sin precedentes los imputados fueron desprocesados y les fueron devueltos los 17 kg. Marihuana, hecho que tuvo gran difusión mediática y estimuló el surgimiento de nuevas asociaciones.



La forma legal de los Clubes Sociales de Cannabis



La Federación de Asociaciones Cannábicas (FAC) ha elaborado un modelo legal y de gestión para dar un marco regulatorio al fenómeno de los clubes de consumidores en España. Hay entre 100 y 300 funcionando en diferentes regiones sobre todo en las que existe mayor tolerancia social como Cataluña y el país vasco. Los pasos para formar un Club Social de Cannabis comienzan con la inscripción de la asociación en el registro jurídico. Luego se firma un acuerdo colectivo de cultivo, realizado en base a la previsión del consumo de cada miembro. Si el club es pequeño el cultivo y distribución puede realizarse en la casa de alguno de los miembros, así como los cuidados pueden estar a cargo de uno de ellos. Clubes mas grandes alquilan o compran inmuebles y pagan a cultivadores profesionales. La contabilidad de lleva de forma exhaustiva para fiscalizaciones posteriores. La distribución se realiza en la sede de la asociación, donde sólo pueden entrar miembros del club y acompañantes mayores de edad. El reparto se hace en cantidades equivalentes al consumo de la semana, a razón de 2 o 3 gr./día (mayor en algunos usuarios medicinales), para no obligar al socio a acudir a diario. También disponen normalmente de sitios destinados al consumo.

Los socios abonan cuotas proporcionales a su consumo, destinadas a la gestión, producción, almacenamiento, distribución, etc. Los posibles beneficios económicos se destinan a actividades sociales y culturales, como cursos, conferencias, asesoría legal y médica, etc.

Para ingresar al club se debe tener el aval de dos socios de que el aspirante es realmente consumidor de cannabis o presentar un informe médico que señale que padece una enfermedad para la que está indicado.



Conclusiones



En nuestro país la tenencia para consumo está penalizada y eso imposibilita la traslación directa de la estructura de los clubes sociales. Pero una próxima despenalización de la tenencia de drogas lo habilitaría. Esto pensamos que sería un paso intermedio fundamental para evitar que el cannabis se convierta en una mercadería más, sujeta a las vicisitudes del mercado capitalista, que polariza la ganancia en pocas manos y genera productos adulterados y de baja calidad, como los aditivos cancerígenos al tabaco o los alcoholes artificiales y deficiente formulación, siempre buscando más ganancia a menor costo. Los clubes sociales de cultivo son una opción que acompaña el autocultivo, donde los socios tienen posibilidad de atestiguar e incluso ser parte activa de los procesos de producción, así como de la administración de los recursos. No todas las personas tienen tiempo, espacio o posibilidad física de cultivar, sobre todo si se trata de pacientes, y de esta manera las personas podrían procurarse un material correctamente producido, ya que se cultivarían para sí mismas y con estos dispositivos comunitarios llenar los espacios no cubiertos por el cultivo individual.

En Argentina y otros países de Latinoamérica podrían implementarse oficinas del fuero civil administrativo, que lleven un registro y control de las plantaciones de las diferentes agrupaciones activas y aquellas que se vayan incorporando y de esa manera se mantenga controlado el fenómeno. Esto sería un gasto mucho menor para el Estado que pagar la estructura judicial y penal para perseguir a los usuarios. Esta oficina fiscalizaría las actividades y cultivos de las asociaciones, teniendo en cuenta la variabilidad del cultivo interior y exterior, la necesidad de sexado si el cultivo se inicia de semillas, las adversidades del jardín, como cambios climáticos, pestes, robos, etc, además del acopio para el consumo del año en curso.

Se podría evitar en parte los daños sociales de la penalización y encarcelamientos de los usuarios, y el gasto jurídico que ocasiona, verdadera malversación de fondos del estado, liberando recursos del poder judicial para que sean utilizados en la persecución de verdaderos delitos. Impactaría eficazmente contra el narcotráfico, desfinanciando al menos parte del volumen de dinero ilícito con el que opera. Se crearían puestos de trabajo y blanquearían las operaciones de producción y consumo, aportando en impuestos para la mejor redistribución por parte del Estado. En una Latinoamérica Unida que busca lineamientos racionales en sus políticas públicas, las políticas de drogas deben incluir en su desarrollo la posibilidad del cultivo y autoabastecimiento colectivo de cannabis.





Fuentes:



Martín Barriuso Alonso (FAC), Los Clubes Sociales de Cannabis en España, Serie reforma legislativa en materia de drogas No. 9, Transnational Institute, Enero 2011.



Federación de Asociaciones Cannábicas – FAC, Como crear un Club Social de Cannabis.
Guía legal y práctica para la puesta en marcha de un cultivo asociativo. 2010.



Pablo. A. Ascolani (AREC), Discusión por una nueva ley de drogas, primera Audiencia Pública sobre Políticas de Drogas de las comisiones de Derechos Humanos y Prevención del Narcotráfico de la Cámara de Diputados, 15 de Junio de 2011



[1] Secretario de la Asociación Civil Rosarina de Estudios Culturales, (AREC)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Cannabinoides y espasticidad.

Lic. Pablo A. Ascolani

Secretario de la Asociación Civil Rosarina de Estudios Culturales (AREC)





En el número 11 de la revista Haze recorremos el caso de Leandro Morán, quien se suma a la larga lista de pacientes con padecimientos neurológicos que dan testimonio de su realidad cotidiana: el cannabis alivia el dolor neuropático, signos  como hiperreflexia, espasmos, hipertonía, espasticidad y demás manifestaciones relacionadas con lesión de la vía piramidal.

Los padecimientos descritos son consecuencia de la afectación del encéfalo y/o tractos descendientes medulares, es decir las neuronas motoras superiores o a sus axones en la corteza cerebral, la sustancia blanca subcortical, la cápsula interna, el tallo encefálico o la médula espinal. Enfermedades de amplia prevalencia cursan con este tipo de síntomas: traumatismos encéfalo-craneanos, accidentes cerebrovasculares, esclerosis múltiple (EM), parálisis cerebral, lesión medular (LM) traumática o por otra causa, entre otras.

Aunque la fisiopatología de la espasticidad no es bien conocida, se sabe que es producida por la afectación o lesión de la primera motoneurona que produce una interrupción de la vía inhibitoria motora descendente espinal e hiperactividad de la motoneurona alfa. Desde el punto de vista neuroquímico, hay una estimulación de las neuronas excitatorias glutamatérgicas y una inhibición de las neuronas inhibitorias gabaérgicas. También se ha implicado la proyección cerúleo-espinal, que modula la actividad de las motoneuronas espinales adrenérgicas. Se desconoce, no obstante, el papel exacto de cada uno de estos neuromoduladores en la regulación del movimiento y el tono muscular.



¿Cómo es el funcionamiento del cannabis en el tratamiento del dolor crónico y espasticidad?

Hay un mecanismo fisiológico común en el dolor crónico y en la espasticidad que tiene que ver con el fenómeno de retroalimentación positiva, y la función de los cannabinoides sería atenuar esa señal que está regulada en alza. Es conocida la capacidad de modulación de la liberación de glutamato por la activación del receptor cannabinoide 1 (RCB1). Estos receptores están acoplados a proteínas que unen GTP e inhiben la actividad de la adenilato ciclasa, disminuyendo la formación de AMP cíclico. Esto produce la activación de varias proteínas activadas por mitógeno, MAP kinasas, relacionadas con la modulación de la plasticidad sináptica, migración celular, y remodelación de neuritas. Además, la activación del RCB1 cierra canales de calcio y abre canales de potasio hiperpolarizando la terminal pre-sináptica. Esto atenúa la liberación de neurotransmisores –generalmente exitatorios- en diversas sitios, entre ellos la médula espinal y en el núcleo ventroposterolateral del tálamo. La densidad de los receptores cannabinoides es diez veces mayor que los mu opioides –sobre los que actúa la morfina- y es el tipo de receptor, acoplado a proteínas que unen GTP más abundante del cerebro. Y lo interesante también es que en neurofisiología se decía que la información iba en un solo sentido, de terminal pre a post sináptica; el descubrimiento del sistema cannabinoide endógeno demostró que había un ida y vuelta, es decir las células dialogaban entre sí y adaptaban sus respuestas. Y frente a los bucles de retroalimentación positiva que se dan en estos estados patológicos los cannabinoides cortan el feed back pudiendo aliviar la situación clínica.

Evidencia reciente indica que los cannabinoides son agonistas de miembros de la familia de receptores que regulan la transcripción genética, los PPARs (perxisome proliferator-activated receptors) están involucrados en funciones neuroprotectivas y antiinflamatorias, que también podría relacionarse con sus efectos antiespásticos.

Los ensayos clínicos en general muestran una efectividad estadísticamente significativa tanto para dolor como para la espasticidad, pero evaluada subjetivamente. Ha sido más infructuoso identificar eficacia antiespástica evaluada objetivamente. Es interesante resaltar que en el seguimiento de 12 meses de la CAMS (Cannabinoids in Multiple Sclerosis Study) se produce una disminución de la espasticidad cuantificable objetivamente; esto indicaría que un uso a largo plazo estimularía diferentes procesos neuroplásticos y de remodelación de neuritas en el SNC.

En el congreso ECTRIMS de Amsterdam, celebrado los días 19 al 22 octubre de 2011, fueron presentados los resultados completos de tres estudios en fase III con Sativex con un total de 1.500 pacientes con EM, la enfermedad para la cual se han realizado más pruebas sobre su eficacia. Dichos estudios proporcionan evidencia de la eficacia a largo plazo de este extracto orofaríngeo de cannabis en la mejora de los síntomas en enfermos con espasticidad moderada o grave debido a esclerosis múltiple y que no habían tenido buena respuesta a otros medicamentos contra la espasticidad. Este ensayo clínico controlado ha llevado a la aprobación del Sativex en el Reino Unido, España, Dinamarca, Alemania y la República Checa.

Si bien no está claro que los cannabinoides puedan colaborar con efectos neuroplásticos que aumenten la efectividad de la rehabilitación, la disminución de la espasticidad y el dolor neuropático, el control vesical y el descanso nocturno, son todos aspectos que inciden directamente en la calidad de vida del paciente, en su capacidad de integración y relación y por ende en la calidad de su rehabilitación.



Dosificación y vía de administración



En los diferentes ensayos clínicos realizados hasta ahora para evaluar eficacia antiespástica –la mayoría para EM- se han usado diferentes combinaciones y dosificaciones diarias, entre 5 y 30 mg de THC sólo o en combinación de CBD. La nabilona a razón de 0,5 a 2 mg diarios. El extracto estandarizado Sativex tiene 2,7 mg THC y 2,5 mg CBD por spray, de manera que entre dos y diez pulverizaciones por día (entre 5 mg y 27 mg) controlan los síntomas. Un cigarrillo de marihuana promedio puede tener entre 5 y 20 mg de THC y entre 0,2 y 1 mg de CBD.  Si bien todavía no es un método aceptado, fumar el cannabis por medio de cigarrillos, a diferencia del tabaco, no aumenta la posibilidad de contraer cáncer de pulmón. Hay estudios poblacionales de alta calidad que descartan la relación, y para la sorpresa de buena parte de la comunidad científica ¡disminuye la incidencia de cáncer escamoso de cabeza y cuello! Es decir, fumar marihuana es protectivo contra ese tipo de cáncer. Tampoco produce efermedad pulmonar obstructiva crónica como el tabaco, es decir no produce un descenso acelerado de la función respiratoria. Al ser más rápidos los efectos, es más fácil de dosificar que la vía oral, disminuyendo el principal efecto adverso agudo, la psicoactividad (que si es intensa se puede convertir en disforia, agitación, paranoia e incluso delirios y alucinaciones francas). Otros efectos adversos, como alteraciones motoras o cognitivas o alteraciones del sistema nervioso autónomo, son de carácter leve. Por la seguridad, y la facilidad de dosificación –un paciente puede fumar dos o tres caladas, esperar quince minutos y si no remitió el dolor, nauseas, espasmo o síntoma que esté tratando, se autoadministra dos o tres caladas y repite la espera. Hoy está claro que sus efectos adversos están en el rango, o son menores, a otras medicaciones. La variedad de efectos fisiológicos y psicoactivos del cannabis hace que esté contraindicado a pacientes con historia personal de enfermedad mental, hepatitis C o enfermedad cardíaca grave; la administración fumada en pacientes con EPOC. Por supuesto, no se aconseja conducir, operar maquinaria u otras actividades peligrosas hasta que el paciente haya desarrollado tolerancia y considere que puede desempeñar normalmente estas actividades. Y debería evitarse el uso en poblaciones especiales como adolescentes, ancianos, pacientes con historia familiar de enfermedad mental, epilepsia, enfermedad cardíaca, y uso concomitante de sedativos he hipnóticos. Si bien muy seguros, los cannabinoides botánicos no escapan a la lógica del pharmakon griego, pueden ser terapéuticos o venenosos de acuerdo a la dosificación, condición clínica del paciente, interacciones, comorbilidades u otros factores, como cualquier otro compuesto terapéutico.

Inhalarlo es más fácil de dosificar y evitar efectos adversos. Aparte de inhalada -preferiblemente con vaporizadores- o ingerida, una vía de administración interesante es el spray orofaríngeo. Ingerirlo produce más psicoactividad, porque debido al metabolismo masivo del primer paso hepático, se produce en cantidad un metabolito –el 11-hidroxi-THC-  que es más psicoactivo que el mismo THC y se relaciona con efectos ansiogénicos. El spray orofaríngeo tendría una farmacocinética a medio camino entre vía oral e inhalada, porque parte de los cannabinoides se absorben por la mucosa orofaríngea y el resto se deglute. Si bien se sigue buscando cannabinoides o formulaciones con menor psicoactividad, es muy interesante que el uso regular desarrolle tolerancia a los efectos disfóricos y disminuya su incidencia, es decir, con el uso habitual disminuyen los efectos adversos, siendo posible aumentar la dosis para lograr mayores efectos terapéuticos.



Para terminar con la incertidumbre de los pacientes, sería lógico y deseable que el estado produzca marihuana de grado medicinal y extractos estandarizados a través de su Ministerio de Salud y que los dispense por medio de efectores públicos, aunque también debería expenderse en farmacias, comunes o especializadas, para que sean accesibles a todos los pacientes con cáncer, VIH o con problemas neurológicos, y aquellos padecimientos para los que se compruebe su eficacia.







- Janet E. Joy, Stanley J. Watson, Jr., and John A. Benson, Jr., Editores. Marijuana and Medicine: Assessing the Science Base, Institute Of Medicine, National Academy Press Washington, D.C. 1999.

 - American Medical Asociation, REPORT 3 OF THE COUNCIL ON SCIENCE AND PUBLIC HEALTH (I-09) Use of Cannabis for Medicinal Purposes (Resolutions 910, I-08; 921, I-08; and 229, A-09)

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-Tongtong Wang MSc, Jean-Paul Collet PhD MD, Stan Shapiro PhD, Mark A. Ware MBBS MSc, Adverse effects of medical cannabinoids: a systematic review. CMAJ 2008;178(13):1669-78

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- Marchalant Y., Brothers H.M., Norman G.H., Karelina K., Devries A.C., Wenk G.L.: cannabinoids attenuate the effects of aging upon neuroinflammation and neurogenesis .. Neurobiol. Dis., 2009 Volume 34, Issue 2, May 2009, Pages 300-307


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- Pablo A. Ascolani, Cannabinoides y síntomas neurológicos ¿La pieza faltante en la farmacología clínica? (página 35) Marzo 2011 Universidad Nacional de San Martín/FGR.


 
Situada en la ciudad de Rosario, AREC es una asociación ciudadana interdisciplinaria sin fines de lucro, plural y horizontal, que aboga por la militancia y la lucha para la implementación de un nuevo paradigma en políticas de drogas que permita investigar y seguir avanzando hacia un modelo social y estatal más inclusivo, humanista y democrático, basado en un discurso científico actualizado y veraz que respete los derechos humanos y las garantías constitucionales de los ciudadanos.