Gacetilla del Secretario de AREC 13/01/13*
Lic. Pablo A. Ascolani**
Denunciamos nuevamente el fracaso
de la actual ley de drogas 23.737 y la perspectiva penalizadora en relación al
consumo de sustancias psicoactivas.
Hemos sufrido en nuestra ciudad y
nuestra provincia una serie de hechos delictivos vinculados al narcotráfico y
que tienen como núcleo el apartamiento del ex jefe de la policía de la
provincia, Hugo Tognolli, hecho de máxima gravedad institucional que todavía no
se ha resuelto. La masacre de Villa Moreno, los saqueos vinculados a bandas
narco, el asesinato de la trabajadora social vinculada al FAP Mercedes Delgado en un cruce entre
bandas rivales y el atentado contra los militantes del Movimiento Evita
encuadran una realidad local donde la policía está sin control político e
integra una sociedad anónima criminal en el seno del Estado regenteando el
tráfico de drogas y otros negocios ilícitos.
Como AREC denunció previamente,
la policía no actúa sola, sectores corruptos del poder judicial y ejecutivo
conforman organizaciones que utilizan la estructura estatal para realizar sus
crímenes, constituyéndose en un verdadero Terrorismo de Estado. Las
organizaciones criminales están completadas por empresarios, empresas de
seguridad privada, transporte, profesionales liberales y otras instituciones y
personalidades de la sociedad civil.
Como resultado de la nefasta provincialización
de los delitos sobre drogas propiciado por el gobernador, en Córdoba hace días
se detuvo a un joven por tener 7 minúsculas plantas de marihuana. El sábado a
la madrugada la policía detuvo, por unos gramos de marihuana, a Mike Bifari,
amigo entrañable, primer militante cannabico argentino y luchador incansable
por los derechos humanos. Repudiamos profundamente su detención e invitamos a
la sociedad a reflexionar si queremos que el dinero de nuestros impuestos se
desperdicie persiguiendo ciudadanos que luchan contra el narcotráfico
cultivando para su autoconsumo. Todos los responsables de estos gastos
merecerían un juicio político por malversación de fondos públicos.
También localmente, denunciamos a
estas organizaciones criminales que anidan y se apoyan en el andamiaje de este
Estado Kafkiano, que organiza de forma espuria la venta de drogas y no tolera
competencia. Y el poder político torpemente se olvida de los barrios, no sabe
lo que pasa en ellos, que no se mete, que no presiona para ir hasta el fondo
con los responsables de estos crímenes. Y el narcotráfico –esa organización
ubicua para-estatal/civil- ocupa los lugares donde el Estado no llega. ¿Por que el ejecutivo no sale a mostrar gestos y acciones mas firmes en función de lograr que el poder judicial y
la policía santafesina aclaren todos estos hechos lamentables?
Una nueva perspectiva en
políticas de drogas viene siendo objeto de debate en el mundo. La
despenalización no puede hacerse esperar más tiempo, responsabilidad urgente
tanto del oficialismo como de la oposición. Pero la despenalización ya no
alcanza, es indispensable avanzar con la REGULACIÓN ESTATAL DE LAS SUSTANCIAS
PSICOACTIVAS HOY ILEGALES, empezando por el cannabis.
Desde AREC hemos participado de
forma activa en el proceso Uruguayo de debate por la regulación asistiendo en
calidad de asesores a mesas de trabajo de la Junta Nacional de Drogas del
Gobierno de Uruguay. Esa perspectiva es la que puede generar un marco racional
para las políticas de drogas. Regular las drogas no significa aceptar que sea
bueno consumirlas, sino que la prohibición ha fracasado rotundamente en el
objetivo de disminuir el consumo y el tráfico, generando enormes ganancias para
organizaciones criminales de diversa extensión, complejidad y penetración en
instituciones públicas y privadas.
Invitamos a reflexionar, de como
la prohibición del alcohol potenció los daños orgánicos con adulteraciones y
sumó los daños sociales de la generación de las organizaciones criminales más
poderosas de la época.
Con máxima actualidad escribía en
1994 Antonio Escohotado:
“El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más-
un remedio que agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene
imperios criminales, corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos,
hipocresía, marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías
inherentes a un Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática
desinformación y -cómo no- un mercado negro en perpetuo crecimiento. Los
millones de personas que mueren o son encarceladas, chantajeadas y expropiadas
cada año en el mundo, y los muchos millones más expuestos cada día a semejante
suerte no son un argumento pequeño; súmese a ello la atrocidad de que mueran o
yazcan retorcidos por dolores perfectamente remediables un número todavía
superior de personas y tendremos un cuadro realista de la situación.
Pero el cambio de esta pesadilla, la ley vigente, no sólo
promete evitar de inmediato muchas cosas indeseables como la sobredosis
accidental o involuntaria-, sino promover algunas deseables, empezando por la
moderación misma. Aunque parezca imposible un mundo sin drogas, hay quien piensa
que sería lo idóneo; tiene demasiado cerca la ganda prohibicionista para
observar que las sustancias psicoactivas no se inventaron para hundir al ser
humano, esclavizándole y mutilando su dotación orgánica, sino para ayudarle a
sobrellevar desafíos vitales, mejorando su autocontrol y, en definitiva, su
libertad y su dignidad personal.
(…) La cruzada contra las drogas ha tenido y tiene el mismo
efecto que la cruzada contra las brujas: exacerbar hasta extremos inauditos un
supuesto mal, justificando el sádico exterminio y el expolio de innumerables
personas, así como el enriquecimiento de inquisidores corruptos y un próspero
mercado negro de lo prohibido, que en el siglo XVI era de ungüentos brujeriles
y hoy es de heroína o cocaína. No quebrantaremos el círculo vicioso de la
cruzada sin sustituir las pautas de barbarie oscurantista por un principio de
ilustración. Las drogas son cosas que siempre estuvieron entre nosotros, que
siguen estándolo y que van a continuar así. Dado el clima de alarmismo contraproducente,
donde para los jóvenes usar lo ilícito es en parte rito de pasaje hacia la
madurez y en parte coartada que sugiere declararse irresponsable, nuestra
alternativa es excitar un consumo irracional de productos adulterados, o apoyar
un uso informado de sustancias puras.
Demonizar las drogas sólo nos ha hecho más inermes, más
crueles para con nuestros semejantes y más idiotas en sentido original, ya que
idiotez nombra en griego clásico a quien delega indefinidamente en otros la
gestión de aquello común, y por tanto suyo. No ya nuestra salud sino la de
nuestros hijos y nietos pende de que recobremos su empleo como reto ético y
estético personal -atendiendo a la aventura de libertad y saber allí
subyacente-, sin desoír su valor como lenitivo mejor o peor para partes
difíciles del vivir y vidas amargas. A mi juicio, sólo así podrán renacer en
este campo un sentido crítico y una mesura dignos de su nombre, que fueron
regla antes del experimento prohibicionista.”
* La opinión
vertida en este artículo no necesariamente expresa la de los otros integrantes
de la Comisión Directiva de AREC o sus socios-
**Secretario
de AREC. Lic. en Kinesiología y Fisiatría, Jefe de Trabajos Prácticos de la
Cátedra de Farmacología y Auxiliar Docente en la Unidad Pedagógica ILAR
Adultos, Facultad de Kinesiología y fisiatría UNSAM/ IUGR. Autor de la tesina
de grado, “Cannabinoides y síntomas neurológicos: ¿La pieza faltante en la
farmacología clínica?”. Disertante en representación de AREC en la primera y
segunda Audiencias Públicas sobre Políticas de Drogas de la Cámara de Diputados
de la Nación (2011/ 2012) y Asesor de la Junta Nacional de Drogas del Gobierno
de la República de Uruguay. Disertante en el Post Grado de Rehabilitación y
Fisioterapia de la Facultad de Medicina de la UNR, Congreso de Salud Mental de
las Madres de Plaza de Mayo y otros. Autor de numerosos artículos de
divulgación científica sobre políticas de drogas, derechos humanos y uso
terapéutico de la marihuana y los cannabinoides
La marihuana no debería de haberse prohibido, es una planta medicinal que en algunos países como Canadá o Uruguay se pueden comprar y plantar bastante libremente, y en EEUU en muchos de sus estados se puede utilizar la marihuana medicinal y la marihuana recreativa.
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